27 abril, 2024

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Esther Vivas: “El machismo se lleva muy bien con la infantofobia”

La autora de "Mamá desobediente", que llegó a Buenos Aires para promocionar el libro y compartir charlas con escritoras como Dolores Reyes y Soledad Barruti, advierte durante una charla con Télam que aunque las mujeres ya no están limitadas al papel de madres, los temas asociados con la maternidad, continúan relegados al ámbito doméstico.
Foto Victoria Gesualdi
Foto: Victoria Gesualdi.

La socióloga catalana Esther Vivas, autora de «Mamá desobediente», el ensayo que se convirtió en best seller por abordar la maternidad y la infancia desde una perspectiva feminista, considera que «el feminismo tiene una deuda con las mujeres y las infancias porque ha dejado circular cierto discurso antimaternal».

«Mamá desobediente», publicado en 2020 por Godot, cuestiona las construcciones sociales históricas en torno al rol de madre e insiste con su dimensión política, al tiempo que busca alejarse de los estereotipos que simplifican o escencializan la función maternal. Desde esa perspectiva, insiste en su naturaleza colectiva y resalta las contradicciones y condiciones que la maternidad enfrenta en el contexto del capitalismo.

Vivas, quien llegó a Buenos Aires para promocionar el libro y compartir una serie de charlas con autoras como Dolores Reyes y Soledad Barruti, advierte que aunque las mujeres ya no están limitadas exclusivamente al papel de madres, los temas asociados con la maternidad, como los derechos sexuales y reproductivos, el embarazo, el posparto, el parto, la lactancia, la infertilidad y la crianza, continúan relegados al ámbito doméstico. Es decir, ser madre se percibe como una responsabilidad individual, y la función materna se ejerce en silencio y en privado, a pesar de los cambios en los roles de género.

Foto Victoria Gesualdi
Foto: Victoria Gesualdi.

«Mamá desobediente» también podría considerarse un manifiesto: aporta un análisis histórico y político al tiempo que eleva a la maternidad como un «proyecto emancipador» en el que se priorizan los cuidados, la crianza y la infancia.

Por todo esto, Vivas logra superar una tensión histórica en los feminismos al afirmar que ser madre no debería implicar criar en soledad, quedarse en casa o renunciar a otras esferas de la vida, y ser feminista no debería implicar menospreciar o mostrar indiferencia hacia el hecho de ser madre.

Foto Victoria Gesualdi
Foto: Victoria Gesualdi.

– «Mamá desobediente» se publicó en España en 2019 y después llegó a América Latina, se tradujo a otros idiomas y se convirtió en un best seller. ¿En qué medida se confirmaron las tesis del libro?
– A partir del feedback que he recibido por parte de muchas mujeres, creo que ha sido muy importante nombrar los silencios de la maternidad. En la maternidad hay muchos temas que son tabú y que no se nombran, pero que nos atraviesan como madres. Creo que no nombrar algunas de las experiencias de la maternidad nos hace vivir esta experiencia con mucha soledad, con mucho dolor.

“Creo que no nombrar algunas de las experiencias de la maternidad nos hace vivir esta experiencia con mucha soledad, con mucho dolor”

Y nombrarlas, pues permite no sentirnos tan solas y más acompañadas. Entonces, en el libro abordo mis problemas de infertilidad, la depresión postparto, la violencia obstétrica y lo difícil que es amamantar a tu bebé si así lo deseas y cuento también en mi experiencia ante la muerte gestacional. Pero además fue importante tratar la maternidad desde el feminismo, realmente creo que el tema debe tener su espacio y su centralidad en la agenda de las mujeres.

– Y en sentido inverso, ¿reformularías alguno de los planteos?
– El libro tiene una perspectiva interseccional, pero me gustaría profundizar aún más en esto. Es importante incorporar la idea de que la maternidad es plural, diversa y que a las madres nos atraviesan distintas opresiones. Estamos condicionadas por cuestiones de género, de raza, de orientación sexual, de clase y de capacidad. Es fundamental mirar a la maternidad desde todas estas lentes para entender que las mujeres no vivimos la maternidad de la misma manera, ni tenemos las mismas opciones de vivirla y que nos atraviesan distintas violencias y discriminaciones en función de nuestra identidad.

Foto Victoria Gesualdi
Foto: Victoria Gesualdi.

– Después de años y una nutrida bibliografía sobre las cargas de las madres, la división desproporcional de los cuidados y los mandatos alrededor del rol materno. ¿Cómo hacer para que la lucha feminista no obture el deseo por la maternidad en las próximas generaciones?
– Es imprescindible debatir eso. El feminismo tiene una deuda con las madres y con la infancia, porque si bien gracias a las feministas de los 60 y los 70 las mujeres hoy podemos decidir si somos madres o no, hemos abonado y dejado circular cierto discurso anti maternal. Entonces, es imprescindible desde el feminismo reivindicar la maternidad como un tema propio, no puede seguir considerándose un tema ajeno al feminismo. La realidad es que más del 80% de las mujeres, cuando acaban su vida fértil, son madres. Es una experiencia que deja huella en nuestro cuerpo. La realidad es que si el feminismo no defiende nuestros derechos, nos deja a las madres en manos de esos sectores conservadores y reaccionarios.

– En algunos países, las nuevas derechas suelen ridiculizar al feminismo e incluso sus logros. ¿Cómo crees que conviene posicionarse ante estos discursos?
– El feminismo ha logrado consolidar y avanzar en determinados derechos de manera objetiva en los últimos años. Y en paralelo se ha dado una ola reaccionaria muy fuerte a escala, a escala global, que busca recortar los derechos de las mujeres. Es un encontronazo histórico y, ante eso, el movimiento feminista no puede desligarse de la reivindicación de una sociedad más justa e igualitaria. Cuando hablamos de violencia obstétrica y una mujer no tiene derecho a un parto respetado, esto violenta a la madre, pero también al bebé.

“Cuando desde una mirada feminista de la maternidad denunciamos que las licencias de maternidad son muy cortas, es porque afecta a la madre pero también afecta al bebé”

Cuando desde una mirada feminista de la maternidad denunciamos que las licencias de maternidad son muy cortas, es porque afecta a la madre pero también afecta al bebé. Cuando se impide, se dificulta o no se facilita la lactancia materna fruto de una sociedad que no acompaña, tiene consecuencias para la madre pero también para el bebé. Es decir, al final los derechos de las madres van íntimamente relacionados con los de las criaturas, y en particular en la primera infancia. El machismo se lleva muy bien con la infantofobia y no es casualidad: cuando se discrimina a las madres, se discrimina también a la infancia.

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