29 marzo, 2024

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Con acciones colectivas, el arte impulsa y revitaliza la protesta medioambiental

Representan una nueva forma de reclamo contra el desinterés que los gobiernos demuestran con la agenda ambiental. La movida ya cuenta con expresiones locales y con la trayectoria de los artivismos que abrazan la causa ambiental.
Foto AFP
Foto: AFP.

Con acciones que van del tortazo que cubrió de crema la cara de la Gioconda en el Louvre a la superposición de una lámina que propone una versión climática apocalíptica sobre una pintura insignia del paisajismo inglés en la Galería Nacional de Londres, los defensores de la causa ambiental se valen de la lógica y el reconocimiento del arte para llamar la atención sobre el calentamiento climático, la extinción de especies y la falta de políticas públicas para abordarlo.

A fuerza de repetición y de una lógica común, lo que parecían acciones puntuales y extravagantes se convirtieron en una nueva forma de protestar contra el desinterés que los gobiernos demuestran con la agenda ambiental. La movida ya cuenta con expresiones locales y con la trayectoria de los artivismos que abrazan la causa ambiental.

La semana pasada, el grupo «Just Stop Oil» decidió mostrar qué tan lejos está dispuesto a ir cuando irrumpió en Galería Nacional de Londres para superponer sobre «La carreta de heno» de John Constable una lámina con una versión propia que da cuenta de los efectos de la contaminación y del uso indiscriminado del petróleo como recurso energético. Aviones, pavimento y grandes edificios en el fondo reemplazan la postal típica de la campiña inglesa.

En su página web, «Just Stop Oil» se define como «una coalición de grupos que trabajan juntos para garantizar que el Gobierno británico se comprometa a detener la concesión de nuevas licencias y la producción de combustibles fósiles». El manifiesto de la agrupación es determinante: «Exigimos que el gobierno detenga inmediatamente todas las licencias y consentimientos futuros para la exploración, desarrollo y producción de combustibles fósiles en el Reino Unido».

Tras la acción sobre el cuadro de Constable, el grupo definió su versión de la pintura como una «escena de pesadilla que demuestra cómo el petróleo destruirá nuestro campo«. Los manifestantes fueron arrestados y la Galería Nacional comunicó que la obra sufrió daños menores en el marco y en el barniz y que en pocos días volverá a exhibirse en la sala.

No fue esta la primera acción de los activistas de «Just Stop Oi». También intervinieron en galerías de arte en Glasgow y Manchester y se animaron a adherirse con pegamento al marco de una copia de «La última cena» de Leonardo da Vinci colgado en la Real Academia de las Artes en Londres.

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«Los cambios en el clima y sus efectos cobran relevancia en un contexto en el que el extractivismo se hace presente de muchas maneras y hasta aparece como una perspectiva de vida: extraer para sacar beneficios sin importar las consecuencias. El modelo del capitalismo actual bien podría llevar el apellido de `extractivista´, un capitalismo extractivista. El sistema impone condiciones de marginalidad que se evidencian en el aumento creciente de la desigualdad social y la concentración de poder. Y esa marginalidad es necesaria para el funcionamiento del sistema. En ese sentido, la concentración del poder económico, político y mediático está estrechamente vinculada a las derivas del petróleo, del gas y otros recursos naturales valiosos», analiza Lorena Verzero, doctora en Historia y Teoría de las Artes e investigadora del Conicet para describir la realidad que insta a actuar a estos colectivos artísticos.

Para Verzero, quien se especializa en las relaciones entre prácticas escénicas y movimientos políticos y sociales en la historia reciente, la postal de la intervención en la Galería Nacional tiene un correlato local e involucra la generación de desigualdad que genera la apropiación de recursos naturales por parte de intereses económicos. «Hubo acciones contra emprendimientos inmobiliarios en zonas naturales protegidas en la Patagonia o incluso en zonas verdes de ciudades como Buenos Aires. Ante la ambición desmedida e impune germinan acciones artísticas, que también son políticas y que, en contraposición a ese poder extractivista, individualista y machista, son colectivas, horizontales, creativas, dadoras de vida».

Más allá de la sintonía, encuentra diferencias entre las intervenciones en obras museísticas o aquellas generadas desde fundaciones internacionales y las acciones de activismo artístico local. La intervención de pinturas célebres en museos igualmente célebres le recuerda al capítulo de la serie Borgen de la última temporada en el que esta posición ecologista es plasmada en la figura del hijo de la protagonista Birgitte Nyborg, ministra de Energía y ex Primera Ministra; resuena más la anécdota que el mensaje de fondo que se busca dar. «En la acción latinoamericana veo algo más genuino. En general, los artistas conocen la realidad inmediata, el nombre del intendente que se asocia con un emprendimiento inmobiliario, quiénes compraron tierras ajenas y quiénes se las vendieron y desde ahí accionan. Si alguna transformación es posible desde el arte, comenzará por lo micropolítico, por lo cotidiano. La provocación, en cambio, puede ser efectiva, pero tengo mis dudas sobre sus posibilidades transformadoras».

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La curadora y gestora cultural Evelyn Marquez acaba de publicar «Uno más uno igual a once», un libro en el que investiga y recupera el rol de los colectivos artísticos. «El grupo Voicot excede las artes visuales y por eso es mucho más conocido por personas de otros ámbitos. Vinculado a la cuestión de las prácticas monstruosas de producción de carne animal, tiene una frase muy famosa que apareció por toda la ciudad: ´Somos la especie en peligro de extinguirlo todo´. Empezaron con arte urbano, afiches, paste up y fueron creciendo mucho y abarcando otros rubros y hasta tienen un local en la galería Bond Street, lo que hace que sean super conocidos entre adolescentes y otros públicos.

En ese grupo participa El Marian, que es para mi de los mejores muralistas ( y más crudos) de la ciudad», cuenta sobre una de las expresiones locales. Además, resalta expresiones más «mainstream» como el «Movimiento errorista» que con obras vinculadas al extractivismo y a la cuestión del glifosato armó el «Museo del neoextractivismo» e incluso sumó investigaciones sobre el petróleo en el país y en Chile.

¿Cómo impacta la lógica de lo colectivo en estas acciones? «Piensen en la tierra, hay gente que está destruyendo la tierra. Todos los artistas piensan en la tierra. Por eso hice eso», gritó el hombre que le tiró un tortazo a la Gioconda y conmocionó al Louvre. Fue arrestado inmediatamente y, después, acusado de loco. «Estas acciones son muy difíciles de hacer de forma individual porque involucran una logística importante a resolver, algo muy complicado para una sola persona», advierte Marquez y explica que incluso incluyen instancias ilegales como sobrepasar personal de seguridad, enfrentarse a la policía o a los medios. «También es fundamental que alguien se ocupe del registro porque son acciones que van a disolverse en segundos y sin registro no hay obra», detalla. Sin embargo, la acción colectiva también resguarda al evento de la estigmatización más automática: «El reclamo colectivo aumenta las posibilidades de ser escuchados y que la acción se visibilice. Para el sistema, lo más sencillo es desactivarla diciendo que se trata simplemente de un loco más«.

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